Salutación al 20 de mayo de 1902
Por Emilio Barreto Ramírez
Junio no me permitirá acogerlo si antes no despido mayo con la presente salutación a la efemérides que marca la inauguración de la vida republicana en Cuba. ¿Cómo llegamos al 20 de mayo de 1902?
Los mambises tenían dos guerras de independencia pensadas y realizadas mirando fijamente el proceso de la Revolución de las Revoluciones: la francesa, en 1789, a través de la cual se produjo el advenimiento de la Era Moderna: asentada sobre la base de la república laica, constitucional: con separación de poderes y la conformación de una sociedad civil perfectamente institucionalizada. Por eso, ambas guerras de independencia en la isla de Cuba se llevaron a cabo con presencia de una República en Armas; no con una, sino con dos Constituciones hechas por juristas educados en las mejores universidades de Europa. Los principales organizadores de cada una de las guerras de independencia, sabedores de que el autoritarismo sería siempre un peligro agazapado, quisieron la presencia de la República desde el campo de batalla.
Terminada la segunda guerra de independencia, y ya en pleno debate de la Constitución de 1901, realizado en los Estados Unidos de América, cuando los estadounidenses insertaron a la fuerza la Enmienda Platt, hubo dos constituyentistas cubanos absolutamente radicales negados de manera rotunda a firmar el documento proteccionista: Salvador Cisneros Betancourt y Juan Gualberto Gómez. Ante la negativa de ambos delegados, los estadounidenses dejaron claro que si no se firmaba la Constitución con la Enmienda Platt incluida, el ejército estadounidense no se marcharía de Cuba. El tour de force político de Washington llevó a Juan Gualberto Gómez a proponer a la delegación cubana mayor resistencia, sin desechar la probabilidad real de regresar a la manigua, para reiniciar la guerra.
Con precisión, no se sabe si de manera puntual algún otro constituyentista se enfocó en persuadir directamente a Juan Gualberto Gómez para que tomara distancia de la vuelta a la lucha armada y dispusiera a partir de entonces todas sus fuerzas en la batalla política: algo que sí ocurrió, pues la historia de la República de Cuba sí ha demostrado que Salvador Cisneros Betancourt y Juan Gualberto Gómez produjeron a partir de entonces pensamiento político de absoluto compromiso con la soberanía del país ya inmerso en la constitucionalidad y la democracia.
Igualmente se sabe que Manuel Sanguily, además de oponerse al Tratado de Reciprocidad Comercial entre Estados Unidos y Cuba, durante aquellos días de litigio diplomático esbozó con profetismo político el fin de la Enmienda Platt: suceso concretado en 1934. Sanguily, de afinada visión política, supo diagnosticar atinadamente el contexto cubano durante el debate de la Constitución de 1901. El análisis probablemente le indicó dos razones ubicadas en las antípodas: primera, los campos del Oriente cubano ya eran tierra arrasada y no había recursos para armar nuevamente al Ejército Libertador; mucho menos comida para mantener una tropa con buena disposición combativa. La otra razón radicaba en que, a pesar de la Enmienda Platt, los cubanos tendríamos una república gobernada por cubanos y una sociedad civil organizada en instituciones. Estaría también la bandera cubana ondeando en el Palacio de Gobierno y Cuba se hallaría lista para insertarse en el concierto de países de la región y de todo el Hemisferio Occidental.
La consecución de un país independiente, erigido en república moderna, e insertado en la comunidad de naciones fue, desde el 10 de octubre de 1868, hasta 1898, una decisión inalterable de los patricios cubanos al precio que fuera necesario. Al respecto, en primer lugar, las pruebas radican en el testimonio que dieron aquellos hombres de ambas gestas: varios de ellos nacidos en cunas de la nobleza y otros procedentes de familias burguesas que se aristocratizaron en el lapso de los siglos XVIII y XIX. Esos hombres renunciaron a sus respectivas fortunas para entregarse en cuerpo y alma a la tarea de la independencia nacional para la fundación de una república moderna. Incluso Martí, quien nació y fue criado en un hogar de suma pobreza económica, llegó a tener temprano conciencia de cómo se vivía en y desde la riqueza: primero acogido de muy buen grado en la familia del maestro y poeta Rafael María de Mendive y después casado con Carmen Zayas Bazán. Y a todo eso renunció. El testimonio mambí no fue de casos aislados de renuncia a la riqueza, sino de apego al patriotismo racional e intransigente. Por todo cuanto he dicho va esta breve y sentida salutación al 20 de mayo de 1902.
Felicitaciones Emilio. Oportuno este viaje a las raíces de nuestra República y la reivindicación del 20 de mayo.
ResponderEliminarHola, Emilio. me parece un texto muy atinado y esclarecedor sobre cuestiones que la masa ignora del devenir histórico de Cuba, debido a esa mirada de brocha gorda que el castrismno impuso durante tantos años a la República. Leyendo tu texto, se me ocurre una sugerencia, que valores abordar que los cubanos iniciaron la guerra de independencia, una vez agotado los esfuerzos para convertirse en una autonomía española y que la entonces colonía despachó con sonoro portazo en Cádiz. Abrazo.
ResponderEliminarHola, Carlos. Muchas gracias! Magnífica sugerencia que gustoso atenderé. Un abrazo.
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