La tercera pregunta
La sirena sonó a la hora señalada en el itinerario de viajes. Las autoridades de la ciudad se habían dado cita para despedir aquella comitiva que iría a varias urbes importantes. Los pasajeros eran todos pertenecientes a las clases alta y media alta, respectivamente. Solo unos pocos viajeros eran empleados, pero poseían instrucción profesional e ilustración, aun cuando no eran depositarios de linaje dentro de la alta sociedad. El viaje era un experimento liderado por pudientes para en cuanto surtiera efecto legarle los justos beneficios a los segmentos sociales más desposeídos. La presencia de las autoridades del gobierno citadino se había decidido por estricta formalidad, pues ninguno de los allí convocados creía en la utilidad de aquel viaje concebido como una exploración encaminada a procurar la justicia social. En cada parada, una representación de la comitiva bajaría del tren para dialogar con las autoridades del lugar, presentar la agenda del viaje y conversar con una representac...
 
 
 
 
 
